Un Tratado de Libre Comercio (TLC) es un acuerdo entre varios países o zonas geográficas, con el objetivo de favorecer el intercambio y las políticas de mercado, implementando estrategias como aranceles bajos y condiciones que eliminen el proteccionismo.
Bueno o malo, la verdad es que los TLC son los que mantienen hoy a flote a la economía del mundo, más globalizada que nunca y en una especie de expansión imposible de detener.
La entrada de Donald Trump al gobierno de Estados Unidos, el próximo 20 de enero, tendrá para el mundo no sólo implicaciones sociales por sus constantes consignas xenofóbicas y racistas, sino también a nivel economía y política exterior, ya que ha declarado que está dispuesto a imponer el proteccionismo en el país del norte.
En 1994 entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), un acuerdo entre Estados Unidos, México y Canadá para establecer fronteras de mercado libre, con ventajas para los tres países que favorecieron sus exportaciones.
Entre las primeras acciones del gobierno de Trump se advierte el replanteamiento e incluso la desaparición del TLCAN, con el supuesto objetivo de favorecer el mercado interno de Estados Unidos y regresar a sus países a millones de latinos que habitan de ese lado de la frontera.
No se trata de un movimiento aislado, sino que responde a un momento histórico en el que las principales economías del mundo están repensando sus políticas internacionales. El pasado junio una votación pública sacó a Reino Unido de la Comunidad Europea, dando como resultado el famoso Brexit que significó caída de inversión privada y contracción del Producto Interno Bruto (PIB) para la economía británica.
El futuro del TLCAN no se vislumbra muy distinto. Por principio, se espera el regreso de dos millones de mexicanos que tendrán que salir de Estados Unidos por sus nuevas políticas antiinmigrantes.
Más tarde vendrá la caída del PIB, debido a que parte importante de la economía nacional se basa en las exportaciones con EU, un mercado para el que en México no hay consumidores y que tendrá que mirar hacia otros países para poder sobrevivir.
Finalmente, el cierre de fronteras también implicará escasez de productos, ya que al menos la mitad de las importaciones que se hacen aquí provienen del país del norte, algo así como 236 mil millones de dólares anuales que México ya no enviará a los norteamericanos y que no recibirá en bienes de consumo para la población.
El problema del bloqueo económico no es solamente la limitante en productos de consumo básico, sino en cosas tan importantes como la gasolina, que de seguir comprándose durante el gobierno de Trump podría llegar a ser aún más cara de lo que ya es ahora mismo, teniendo impacto directo en la producción de materias primas, transporte y en el costo directo al consumidor primario.
Además, el magnate estadounidense también tiene planeado replantear sus políticas económicas con otros grandes, como es el caso de China, dando un golpe directo a la economía mundial por la importancia que este último país tiene en el universo del libre mercado.
La llegada de Trump y sus nuevas políticas económicas prácticamente van a cambiar al mundo, que durante mucho tiempo giró en torno a Estados Unidos y ahora tendrá que empezar a pensar cómo vivir sin él.

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