A nivel empresas, uno de los temas más polémicos de los últimos años ha sido la tercerización o outsourcing, un sistema a través del cual especialistas en recursos humanos son contratados por negocios de diversos tipos para que hagan el manejo de personal y la administración en ese sentido.
Es un asunto polémico debido a que el rubro no está completamente regulado en México, una buena parte de las empresas que ofrecen la tercerización no tiene registros ante el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y se le relaciona con delitos como la evasión de impuestos y el lavado de dinero.
La Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) impuso varias reglas a las empresas de subcontratación desde el año 2016, precisamente porque al considerar el sector como sujeto de probables delitos había que blindar sus actividades financieras y proteger así a los empleados que estuvieran adheridos a esa modalidad.
Es cierto que la tercerización en México ha generado cierto récord de evasión de impuestos, sin embargo con las regulaciones a la ley y la voluntad de los empresarios poco a poco se está logrando dar a este sector el sentido que merece; más de 5 millones de trabajadores mexicanos, que están en ese régimen, ahora tienen acceso a mejores prestaciones y servicios adicionales a los que ofrecen sus empleadores.
Además, hay que tomar en cuenta que el outsourcing no es una invención nueva y en muchos países funciona desde hace bastante tiempo. Al menos la mitad de los negocios en toda América Latina operan bajo este régimen y gracias a ello han logrado optimizar sus recursos sin tener que recortar personal o disminuir las prestaciones que ofrecen.
En general, la tendencia en el mundo es hacia la subcontratación como una manera de paliar la crisis económica global y mantener el sistema funcionando, que todos tengan empleos y se mantenga la calidad de las fuentes que los generan.

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