Ejercer una actividad laboral, cualquiera que ésta sea, siempre conlleva riesgos y consecuencias, en especial en cuanto a lo que tiene que ver con la salud de quien la ejecuta.
Específicamente una enfermedad laboral se define como lo que se padece físicamente por el sólo hecho de ejercer una actividad o estar expuesto a agentes externos por eso mismo.
La Comisión Consultiva Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo tiene una lista de 185 padecimientos laborales que se registran como los más comunes entre los mexicanos y abarcan todos los rubros, desde enfermedades crónicas y degenerativas hasta alteraciones mentales y cáncer.
A diferencia de otros países, México no se caracteriza por la calidad de su campo laboral; hay pocos empleos, los que hay no tienen buena remuneración y en la gran mayoría es casi inexistente la idea de que el ambiente de trabajo influye en la productividad de los empleados, pero también en sus vidas.
En pocas palabras, los empleadores invierten el mínimo en sus empleados, aunque a largo plazo eso les resulte más caro.
Sin ir muy lejos observamos el sedentarismo como un padecimiento en extremo común entre los trabajadores mexicanos, fomentado por largas y extenuantes jornadas laborales que limitan la actividad física, generan malos hábitos alimenticios y rematan en enfermedades como diabetes e hipertensión.
Se calcula que el costo de las enfermedades y accidentes laborales equivale al 4% de todo el Producto Interno Bruto (PIB) del planeta. En México, los casos aumentaron casi en un 50% de 2012 a 2016.
Entre los oficinistas la enfermedad más común es el llamado Síndrome de Túnel Carpiano, seguido de la pérdida del oído y los padecimientos respiratorios por exposición a ambientes contaminados.
Apenas en 2016, México incorporó al cuadro básico de enfermedades laborales las que son psicosociales, entre ellas el estrés, el cansancio crónico y la depresión.
Por otro lado, es la industria la que sufre mayores consecuencias al hablar de accidentes de trabajo. El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) calcula que mil mexicanos mueren al año por esta razón, en incidentes que se pudieron haber prevenido con equipo adecuado, mantenimiento a instalaciones y programas de capacitación.
Cada muerte laboral le cuesta al IMSS, o al empleador según sea el caso, 350 mil pesos que debe pagar como indemnización a los deudos más las prestaciones que exige la ley.
Otros 13 millones de mexicanos sufren accidentes laborales de consecuencias no mortales, pero que provocan desde una incapacidad temporal hasta la amputación de algún miembro que quizá provoque la incapacidad permanente.
Otro riesgo de trabajo es la exposición a agentes nocivos que puede traer como consecuencia intoxicaciones, tumores y distintos tipos de cáncer, siendo este último el que ha tenido mayor aumento en los últimos años.
México tiene una política laboral que va muy atrás todavía respecto a la que se lleva en países desarrollados. Aquí en general la tendencia es a bajar los costos y abaratar al personal, mientras en otras naciones se reducen las jornadas de trabajo y se dan más beneficios a los empleados, reduciendo con eso la incidencia y el costo de las enfermedades laborales.




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