Nadie dijo que emprender fuera sencillo, sobre todo cuando se conjuntan la inexperiencia y un panorama económico complicado que no da muchas condiciones para iniciar un negocio.
1.- No conocer las debilidades del negocio. Antes de emprender siempre es necesario hacer un análisis de las cualidades y debilidades de la empresa que nacerá, reconociendo cuáles son sus límites para no intentar abarcar lo que no podemos. Haciendo esto también se va generando un plan de negocio con metas a alcanzar, metas realistas y basadas en datos verdaderos, que evitan asumir riesgos innecesarios.
2.- No establecer procesos internos serios. Hay límites entre un negocio informal y una empresa, el primero no requiere demasiados controles, establecer una estructura orgánica o jerarquías en la administración. Pero cuando pasamos a una empresa constituida, donde no sólo está en juego el nombre, sino cifras mayores de dinero, es necesario dejar en claro quién tiene la última palabra, quién es la cara del negocio y quién puede y no puede tomar las decisiones importantes.
Del mismo modo, comenzar una empresa requiere imponer reglas de trabajo, horarios y delegación de obligaciones, aspectos que cada uno de los miembros debe respetar sin que para eso importen sus relaciones interpersonales.
3.- Establecimiento de un sistema claro de finanzas. Tener dinero para hacer una empresa puede volver loco a cualquiera, en especial cuando abundan la inexperiencia y la pasión. Entonces, es necesario establecer las reglas desde el principio y con la ayuda de un experto decidir para qué se usarán los recursos, cuánto se debe gastar y cuánto debe regresar en ganancias para poder volver a invertir.
Uno de los mayores peligros al iniciar una Pyme es gastar de más en rubros que no son necesarios, endeudando así a una empresa que ni siquiera existe y que no verá el retorno de su inversión en un buen rato.
4.- Sondear el mercado. Cualquier experto en emprendimiento sabe que antes de iniciar un negocio hay que hacer un estudio de mercado, para revisar cuáles son las condiciones, qué posibilidades tiene de crecimiento y quién es la competencia, sus estrategias, fortalezas y debilidades. Entonces, un peligro latente es emprender sin saber a qué nos estamos enfrentando, quiénes serán nuestros posibles clientes y qué buscan en realidad, porque podríamos dirigir todos nuestros esfuerzos y recursos hacia metas irreales, mentiras y sueños inalcanzables, en un mercado que ni siquiera acepte lo que le vamos a ofrecer.
5.- Desconocimiento de la ley. En especial en cuestiones fiscales, es bastante arriesgado emprender sin conocer cuáles son las leyes vigentes y las obligaciones que tenemos al iniciar un negocio. Aunque existan asesores financieros, que nunca están demás, vale la pena entender qué conlleva el hecho de generar dinero y pagar impuestos por ello, porque las penas por errar en ese sentido son muy altas y pueden quebrar a una empresa.
También hay otras reglas de responsabilidad empresarial a acatar desde el momento en que se decide iniciar un negocio, legislaciones ambientales, laborales y de establecimientos que llegan a ser muy costosas cuando no se toman en cuenta.
6.- Mala selección de personal. Cuando empieza un negocio lo mejor es prescindir de contratar más empleados de los necesarios, sobre todo porque la empresa aún no genera sus propios recursos como para pagar una planta laboral. Posteriormente hay que ir acercando a personas que sean realmente útiles, que no hagan perder tiempo y recursos de los cuales no se dispone, y que tengan cierto conocimiento del campo que estamos abarcando.
En este punto incluso es una buena inversión capacitar a las personas que se integrarán a la empresa.

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